Reseña del libro "El Inquisidor"
Con su novela El inquisidor, José Luis González Mendoza, ha logrado mostrarnos la dermis y los más hondos tejidos de lo que debe ser una novela postmoderna, si nos atenemos a los criterios que acerca de ella predicaron y practicaron Umberto Eco, en el contexto universal, y Germán Espinosa, en el nacional, y de acuerdo con algunos de los postulados que sobre la materia presentara Lyotard.A través de ella navegamos por los cauces de la historia, de lo fantástico y de lo real, hermanados, pero también por los cauces de la reflexión de nuevo cuño que revienta las amarras del filosofar medieval y de los dogmas que anquilosaron el progreso y el pensamiento durante milenios. González Mendoza aprovecha muy bien la oportunidad para hacer una reconceptualización del mundo, para realizar una recreación estética del mismo y para sacar el discurso literario de los cánones convencionales, tornándolo vigoroso y osado, sin caer en la linealidad amodorrante, pero sin desaprovechar algunas ventajas provenientes de ésta.El inquisidor consigue involucrarnos en la vida, obra y pensamientos de unos personajes complejos, humanos. Algunos inspirados en los hombres llegados desde España y de muchos sacados de nuestra geo-grafía, de nuestras tradiciones y vivencias. Nos describe con sapiencia las virtudes y lacras morales de cada uno de ellos. Nos los muestra de manera descarnada, objetiva. Ya palpitantes y perversos. Ya intelectuales o ignorantes. Ya altivos o serviles. Ya lúbricos o castos. Ya retrógrados o iluminados.Todos los elementos del entarimado confluyen de manera armónica para prodigarnos un texto equilibrado, inteligente, sin adiposidades formales, sin extravagancias o exageraciones argumentativas, merced además al uso de un lenguaje que en oportunidades es necesariamente descriptivo y con vocablos científicos, en otras untado de filosofemas y sentencias, y a veces bellamente poético. El autor es riguroso en el manejo y desarrollo de la trama y cuando decide deconstruir la acción, lo hace para darle mayor suspenso y para matizar los tiempos.El inquisidor no es mera narración, es más que simple relato o urdido idiomático, es un libro que devela, que desnuda llagas históricas; es crónica y anatomía de una época; es trazo útil para entender mejor nuestra identidad y nuestro ahora, y es verbo que fustiga a los tiranos de épocas pasadas y presentes, sean tales provenientes del mundo laical o del religioso, de la metrópoli europea o de las parroquias americanas.