Reseña del libro "Carmucha"
Querida infancia, ha llegado el tiempo de que hablemos.Hablemos de lo que tú y yo sabemos; de lo que tuvimos y también de lo que perdimos aquel día, recuerdas?Hablemos de los caracoles con los cuernos al sol, de las manos amorosas de la abuela, de la vitrola del abuelo, y de que aún no aprendí a llorar para dentro, como me enseñó La Vieja, acicate de mis fantasías, la misma que subía al monte a hablar con Dios y a danzar con los espectros. Hablemos de la casa de muros de piedra ceñidos por las hiedras, cómplice de intrigantes fantasmas que habitaban el insondable y hechicero desván; tal vez sean los mismos que aún caminan a mi lado para que no me olvide de Carmucha. "Ella te ayudará cuando la necesites".Hablemos de Bustomeu en los días de sol asomándose a las rías, presagio de adioses inagotables. O de cómo la aldea se disolvía en niebla en las tardes silenciosas con aroma a hierbaluisa, hinojo y caldo con unto.Descolguemos de la repisa de la memoria la cocina de tierra apisonada y el melodioso tris tras del crepitar del fuego en la lareira, sucesora de las reuniones de los druidas en los bosques de Galicia. Invoquemos esas noches en las que al calor de la lumbre surgían las conversaciones y la magia de las historias de almas en pena recorriendo la sierra lampiña, con islas de árboles, del Monte Castrove.Hablemos, querida infancia, de la niña que partió huérfana de ti, sajada de la enramada del manzano, del castaño, de la higuera y de los zocos con tachuelas doradas. Hablemos de lo que quieras, pero no me lleves a cruzar el muro transparente del cuarto oscuro del adiós, al que no puedo entrar... otra vez.